La semana pasada, Mikey García, el californiano de ascendencia mexicana que ha sido campeón pluma, junior ligero y ligero y que el 29 de julio venció cómodamente a Adrien Broner en su debut en las 140 libras, emitió un ‘tuit’ en el que parece proponerse como posible rival de Miguel Cotto en la pelea de diciembre que se supone que sea la última del boricua.
“cotto garcia dec”.
Es decir, descifrándolo, parece querer decir: Cotto vs García en diciembre.
Hoy en día, en este universo periodístico saturado de páginas especializadas de boxeo, eso es más que suficiente como para que todo el mundo escriba extensas parrafadas en torno a la viabilidad de esa pelea, o las posibilidades que García tendría enfrentándose a un rival de un peso tan superior, argumentando algunos que, con su posible gran ventaja en velocidad, García podría dar la sorpresa.
En fin, es muy probable que solo haya sido un flirteo de García y que la pelea nunca se dé. Pero de todos modos hay que recordar que, a lo largo de la historia del boxeo, se han producido numerosas peleas entre campeones de diferentes pesos que, a primera vista, han parecido descabellas por lo desiguales.
Y, a decir verdad, tal pareciera que son más frecuentes aquellos resultados en los que el peleador que viene subiendo desde muy abajo, y que al principio muchas veces fue considerado el protagonista de una ambición temeraria, o hasta suicida, es quien termina ganando.
Por encima de todas me parece que debe estar la pelea del 6 de diciembre de 2008 en la que Manny Pacquiao terminó noqueando en ocho asaltos a Oscar de la Hoya.
Antes de esa pelea, al filipino se le consideraba un gran peleador de los llamados ‘pesos chicos’, ya que venía ganando campeonatos desde el peso mosca (112 libras) hasta las 135 libras, y venía de conquistar el cetro ligero del. CMB frente a David Díaz en su último encuentro.
Pero cuando se atrevió a retar al Golden Boy, muchos lo consideraron una locura, o, peor, una broma. Después de todo, De la Hoya había sido campeón hasta en las 160 libras, venía de ganar su última pelea y, dos peleas antes, le había dado candela a Floyd Mayweather, Jr. al perder una decisión dividida en las 154 libras.
Pero aunque De la Hoya siempre había sido un peleador rápido y hasta había controlado en buena manera la velocidad del Money Man, esta vez no pudo hacer mucho frente al ataque incesante y relampagueante del Pac Man, quien, al contrario de Mayweather, además de velocidad tenía pegada y evidentemente tenía un plan bien establecido cuando buscó la pelea con él.
Otras grandes peleas de ese tipo fueron la de Roberto Durán con Sugar Ray Leonard, cuando el panameño, un gran campeón peso ligero, saltó dos divisiones nada menos que para retar en 1980 a Sugar Ray Leonard, quien se suponía que era la octava maravilla del mundo del boxeo después de haber ganado oro en las Olimpiadas de 1976 y destronado y roto el invicto a un fuera de serie como Wilfredo Benítez.
En ese caso, aunque ya Leonard tenía 25 peleas como profesional, Durán con sus bravuconerías provocó que abandonara su habitual boxeo exquisito y se enfrascara con él en un duelo a lo puro macho, donde sabía que él llevaría la mejor parte.
En 2003, entretanto, Roy Jones, Jr., quien venía ganando campeonatos desde las 154 libras y a la sazón reinaba en las 175, ni siquiera se detuvo en el peso crucero antes de retar a John Ruiz por el cetro pesado de la AMB, pesando para ese combate apenas 193 libras frente a las 226 marcadas por el descendiente de puertorriqueños.
Aquí, la mayor velocidad de Jones fue decisiva frente a un Ruiz lento que, para colmo, no tenía gran pegada.
En 1985, Michael Spinks se convirtió en el primer campeón semipesado en ganar el título completo al vencer por decisión a Larry Holmes, y en su caso puede decirse que, al igual que Pacquiao contra De la Hoya, aunque en Holmes encontró a un campeón pesado rápido y de excelente boxeo pero sin mucha pegada y con marca de 49-0, Spinks logró neutralizarlo con su mezcla de rapidez de manos, mayor agilidad de movimientos y pegada respetable, además de que había hecho un entrenamiento científico que le ayudó a subir hasta las 205 libras sin perder su velocidad.
Pero no todos los retadores de esta índole tienen éxito: en mayo de este año, el británico Amir Khan, quien había reinado en las 140 y 147 libras, se atrevió a retar a Canelo Alvarez por el cetro mediano del CMB y, a decir verdad, con su gran velocidad y combinaciones relampagueantes, hizo que el mexicano varias veces tuviera que tragar en seco hasta que de un solo golpe lo dejó tendido sobre la lona en el sexto asalto.
Mi cálculo es que, al atreverse a retar a Cotto, Mikey García puede estar creyendo que puede ser una pelea que siga el patrón del combate de Pacquiao con De la Hoya, en el que un peleador más liviano y rápido, pero también con pegada, podría neutralizar a un veterano a pesar de que este no sea un peleador unidimensional y también pueda boxearle.
Quizás también le haya servido de inspiración que la pelea con Pacquiao fue la última de De la Hoya y la de diciembre, con quién sea, también debe ser la última del boricua.
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